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Flora vaginal: evolución por edades

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    ¿Qué es la microbiota vaginal?

    La microbiota o flora microbiana es el conjunto de microorganismos que, de forma natural, colonizan diversas partes de nuestro cuerpo (intestino, piel, aparato genitourinario, etc.)

    Una de las microbiotas más estudiadas y valoradas desde el punto de vista de la salud es la flora vaginal, pues se sabe que participa en los mecanismos de defensa del aparato genitourinario frente a las infecciones exógenas.

    La composición normal de la microbiota vaginal puede variar por la interacción entre el medio interno y los propios microorganismos, además de influir la temperatura, el pH, la concentración de oxigeno, el recambio del epitelio, la producción de moco, el nivel hormonal, las duchas vaginales, el uso de tampones, el flujo vaginal y menstrual, etc. Los agentes que más rápida y devastadoramente afectan a la composición de la microbiota son los antibióticos, pues destruyen los microorganismos y pueden afectar a su mecanismo de acción.

    Las bacterias dominantes, las que están en mayor proporción en la microbiota vaginal, son diversas especies de Lactobacillus (96%). Otros microorganismos frecuentes en la vagina son diversas especies de Peptostreptococcus, Streptococcus, Clostridium, Bacterioides y Cándida, así como Diphtheroides y Gadnerella vaginalis.

    El predominio de Lactobacillus es el que determina la contribución de la microbiota a los mecanismos de defensa vaginal y genitourinario en general. Sin embargo, no siempre está garantizado. De hecho, se consigue entre la menarquia y la menopausia, influenciado por los niveles hormonales producidos en los ciclos ovulatorios.

    La flora vaginal en la infancia

    En niñas pequeñas, antes de la menarquia, el epitelio vaginal es delgado y no produce las sustancias necesarias para que los Lactobacillus colonicen y se desarrollen, por lo cual los microorganismos que componen la microbiota proceden de la contaminación de la de la piel y el intestino. Es posible que se encuentren algunos Lactobacillus en el nacimiento, porque durante la etapa fetal han estado en contacto con los estrógenos maternos y en el parto con los Lactobacillus de la vagina materna.

    La flora vaginal en la menopausia

    Al llegar la menopausia, con la disminución del nivel hormonal, también se produce una reducción del epitelio y de los Lactobacillus vaginales. La densidad microbiana puede disminuir hasta el 1% y la microbiota predominante vuelve a ser la procedente de la contaminación de la piel y del intestino. Una de las consecuencias de este proceso es el aumento del riesgo de padecer vaginitis, sequedad vaginal e infecciones urinarias, en algunos casos de repetición, que pueden causar un importante deterioro en la calidad de vida de las mujeres.

    Algunas menopáusicas pueden conservar una población de Lactobacillus aceptable, que puede aumentar si están bajo tratamiento hormonal de sustitución.

    Son pues necesarios los estrógenos, que empiezan a elevar sus niveles en sangre durante la menarquia, para que se produzca un aumento del grosor del epitelio vaginal y éste a su vez produzca un exudado rico en nutrientes. Los Lactobacillus necesitan el glucógeno del exudado para transformarlo en ácido láctico. Con esta fermentación se garantiza su nutrición, así como la presencia de la acidez necesaria para su supervivencia y para que otros microorganismos no puedan colonizar. El pH de la vagina en edad fértil se mantiene pues, ácido, en valores aproximados a 4.

    Lactobacillus presentes en la flora vaginal

    Una de las características de los Lactobacillus es que para poder ser dominantes en este hábitat han de multiplicarse más deprisa que otras especies. Para ello ha reducido el tamaño de sus genomas hasta el mínimo imprescindible, lo cual también conlleva su inocuidad, pues no albergan factores de virulencia.

    Los Lactobacillus que se encuentran en la vagina son, por orden de frecuencia:

    • L. crispatus
    • L. iners
    • L. jensenii
    • L. gasseri
    • L. salivarius
    • L. vaginalis
    • L. rhamnosus
    • L. casei
    • L. plantarum

    Los tres últimos no son específicos de la vagina, sino que son colonizadores del tubo digestivo. Los cuatro primeros son los más abundantes.

    La forma en que actúan como mecanismo de defensa frente a las infecciones es variada. En primer lugar, tienen la capacidad de adherirse a la mucosa, evitando que puedan fijarse otros microorganismos; pero además, pueden formar agregados de patógenos, como con la Cándida albicans, disminuyendo su capacidad de adhesión y favoreciendo la actuación de las sustancias microbicidas que producen.

    En efecto, los Lactobacillus también actúan produciendo sustancias que provocan la muerte de los microbios, como las bacteriocinas, el agua oxigenada (efectiva sobre todo frente a los microorganismos anaerobios) y el ácido láctico, que acidifica el medio. También se pueden suplementar con óvulos probióticos.

    Flora vaginal en el embarazo

    Durante el embarazo aumenta el número de Lactobacillus de la vagina para proteger al canal del parto frente las infecciones exógenas. Esto ocurre sobre todo en el tercer trimestre, ayudado por el nivel hormonal, y como mecanismo de compensación de la relativa inmunosupresión que intenta evitar el rechazo de los tejidos de la gestación y del feto.

    Estos efectos beneficiosos de los Lactobacillus en la vagina, y el desarrollo de las técnicas que han permitido su identificación y su conservación, han llevado a que existan preparados, tanto de uso vaginal como de uso oral, que se administran para prevenir recurrencias de infecciones vaginales, mejorar el efecto de los antimicrobianos en la curación y, en definitiva, intentar mejorar los mecanismos de defensa del aparato genitourinario.

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