Componentes de la leche materna y beneficios
La leche materna es el alimento que producen las mujeres tras dar a luz. Este producto es de vital importancia en los primeros meses de vida, tanto para transferir los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo como para transmitir al bebé defensas frente a los patógenos a los que estará expuesto en el nuevo entorno.
La leche materna es un fluido dinámico que varía su composición y volumen durante todo el periodo de lactancia y, además de las diferencias entre especies (la leche humana y la de vaca son muy diferentes en composición), presenta importantes diferencias entre madres de la misma especie. El volumen de la leche secretada depende de factores individuales y de la demanda del lactante. Además, la leche materna se encuentra muy influenciada por el estado de salud de la madre y por su dieta. Por ejemplo, se ha observado que las madres con malnutrición producen una leche con bajo contenido proteico, y por tanto, con baja proporción de algunos elementos defensivos como los anticuerpos.
La leche humana es un fluido de estructura muy compleja que contiene cientos de compuestos. Principalmente está formada por agua, que representa el 87% de su volumen, y en ella se encuentran incluidas gotas muy pequeñas de grasa y otras partículas disueltas. La leche presenta además nutrientes como azúcares, grasas, proteínas, vitaminas y minerales, y agentes bioactivos, es decir, elementos que desarrollan una acción concreta en el organismo más allá de la puramente nutritiva. Entre estos agentes bioactivos se incluyen: hormonas, factores de crecimiento y elementos de defensa como anticuerpos, células (leucocitos), factores defensivos (citoquinas), entre otros.
Algunos de los componentes de la leche materna tienen un papel crucial en el desarrollo de la microbiota intestinal del neonato. En este sentido, desde hace tiempo se conoce que la leche materna contiene azúcares que promueven el crecimiento selectivo de determinadas bacterias en el intestino del bebé, y entre ellos cabe destacar la lactosa y los oligosacáridos. Así, este tipo de azúcares favorece la proliferación de bacterias de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, con un papel clave en la salud intestinal del bebé, y que puede tener repercusiones incluso en edades más avanzadas.
Probióticos en la leche materna
Pero la leche materna, aunque tradicionalmente se ha considerado estéril, es decir, libre de microorganismos, hoy día se sabe que además incluye en su composición bacterias maternas que acabarán llegando al intestino del lactante. En los últimos 15 años se ha demostrado que la leche materna contiene entre 1000-10.000 bacterias/mL de leche y que su composición bacteriana es muy variada. Las bacterias que predominan en esta son los estafilococos y estreptococos, y aunque en menor proporción, también se encuentran lactobacilos y bifidobacterias.
Son muchos los factores que pueden influir en la composición de la microbiota de la leche materna, y entre ellos cabe destacar el tipo de parto (vaginal o cesárea), la medicación recibida durante la gestación y/o lactancia (uso de antibióticos), el estado de salud de la madre, su genética, y su dieta y estilo de vida. Estos últimos factores son de gran relevancia dado que son factores modificables y por tanto permitirían mejorar la calidad y la variedad de la microbiota presente en la leche
¿Cómo aparecen bacterias en la leche materna?
El origen de la microbiota de la leche o de la glándula mamaria ha sido, y sigue siendo, un tema de mucha controversia. La hipótesis más aceptada describe como bacterias de la microbiota intestinal materna, y por tanto en contacto con la mucosa intestinal de la madre, pueden ser captadas por células de nuestro sistema defensivo y viajar en su interior por la sangre hasta llegar a la mucosa de la glándula mamaria, donde podrían ser liberadas. Este fenómeno se conoce como la ruta o vía entero (intestino) – mamaria. Además, microorganismos de la piel de la mama, y de la boca del bebé, en íntimo contacto durante la lactancia, también pueden pasar a formar parte de la microbiota de la leche. Este conjunto de bacterias constituirán el “inóculo” o grupo de bacterias iniciadoras de la microbiota del lactante.
Y dado que tan sólo algunas bacterias son capaces de ser seleccionadas en el intestino materno, captadas y transportadas hasta la glándula mamaria para llegar al bebé, cabe pensar que estas deben tener alguna función especial.
Probióticos en la lactancia
En este sentido, se ha demostrado que algunas de las bacterias de la leche materna, principalmente bifidobacterias y lactobacilos, tienen actividad probiótica, es decir, son especialmente saludables para el individuo, y sobre todo para el lactante. Ciertos estudios han investigado la función de estas bacterias probióticas procedentes de leche materna y describen su importante función anti-inflamatoria e inmunoreguladora. Ambas funciones pretenden que el lactante, que está aprendiendo a defenderse de los elementos extraños, lleve a cabo una actuación defensiva adecuada, y en ningún momento responda de manera desproporcionada.
Es por ello, que en los últimos años, y con objetivo de asemejar al máximo las fórmulas infantiles con la leche materna, se pueden encontrar fórmulas infantiles con bacterias probióticas adicionadas, y entre ellas, bacterias aisladas de leche materna.
Probióticos para la mastitis
De la misma forma, existen evidencias de que ciertas bacterias probióticas pueden ser útiles en procesos infecciosos, como por ejemplo, en un caso frecuente durante el periodo de lactancia: la mastitis o infección de la glándula mamaria. Así, no es extraño que de todas las bacterias probióticas que podrían ser útiles en esta afección, aquellas más efectivas sean las aisladas de la propia leche materna (y por tanto con una cierta predilección por ese entorno o tejido). Es decir, bacterias aisladas de la leche, y que han sido caracterizadas como cepas probióticas, se están usando como tratamiento de la mastitis.
En resumen, le leche materna, entre los numerosos componentes funcionales que hace llegar al recién nacido, también incluye bacterias probióticas. Las características de estas cepas bacterianas de leche materna hacen que sean de especial interés para ser incorporadas en fórmulas infantiles y para ser utilizadas en procesos infecciosos de la glándula mamaria (mastitis).
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Profesor titular del Departamento de Bioquímica y Fisiología de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la AlimentaciónInvestigador del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA) Universidad de Barcelona
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3 respuestas
[…] otro factor crucial para el desarrollo microbiano es la alimentación del neonato con leche materna que favorece el crecimiento de bacterias saludables como las bifidobacterias frente a otras de un […]
[…] Sin embargo, no disponemos de datos que describan los cambios concretos que el consumo materno de probióticos durante la lactancia pueden originar sobre la flora intestinal del lactante, pero probablemente lo que se produce es un […]
¡Muy bueno el artículo! La verdad que he caído en la cuenta de un montón de cosas sobre esto. Un saludo.