Una de las razones por la que nos encanta el invierno es porque al fin podemos disfrutar de las propiedades probióticas de los calçots. Hay alimentos que nos encantaría que existieran todo el año, pero su estacionalidad no nos lo permite. En esta ocasión nos referimos a los calçots, un alimento especialmente popular en Cataluña, con una gran tradición gastronómica y social.
Esta hortaliza nace de cada uno de los brotes de una cebolla blanca que ha sido replantada. Una vez cocinado, se aprecia un sabor tierno y dulce que lo hace único. Aún estamos en temporada (desde noviembre hasta casi llegar a primavera), así que os recomendamos aprovechar y organizar una “calçotada” entre vuestros amigos y deleitar vuestros paladares con todos los beneficios que os aporta este alimento: fibra, vitaminas y minerales. También tiene efectos depurativos sobre el sistema digestivo y renal.